Las mejores comedias románticas
Esta semana, en Románticas Club 2.0, nos metimos en un terreno pantanoso, glorioso y un poquito adictivo: las comedias románticas.
Empezamos haciendo una lista. Solo una lista. Algo inocente para organizar el episodio. Pero claro, tú sabes cómo somos. Una dijo "Pretty Woman", otra saltó con "Mientras dormías", y de pronto estábamos metidas hasta el cuello en un mar de recuerdos y escenas que se nos quedaron tatuadas en el alma.
Y entonces pasó algo curioso: empezamos a hablar de las películas como si fueran novelas.
“¿Y este enemies to lovers qué te parece?”,
“Es que esto es un slow burn total”,
“Aquí el punto de giro es brutal”...
Nos pillamos a nosotras mismas hablando de guión como si habláramos de trama literaria, de interpretaciones como si fueran construcción de personajes, y de diálogos como si estuviéramos subrayando una escena en nuestro Kindle.
Y no es que nos hayamos confundido.
Es que todo está relacionado.
Porque cuando una es lectora de romántica, ve las comedias románticas con otros ojos. No solo las ve: las vive. Las lee en pantalla. Las analizas como quien analiza una escena de Orgullo y prejuicio, y se entrega con la misma devoción.
Hay algo reconfortante en saber que, pase lo que pase, terminará bien. Que el malentendido se resolverá. Que habrá una confesión, una mirada, una reconciliación bajo la lluvia, en un aeropuerto, o en mitad de una boda a punto de estallar.
Como lectoras, llevamos siglos negociando con nuestras emociones. Sabemos cuándo el deseo se cuece a fuego lento, cuándo el amor entra por la herida, cuándo los diálogos no son casuales. Y cuando vemos una buena comedia romántica simplemente lo sabemos.
Tomemos por ejemplo Cuando Harry encontró a Sally.
Podríamos verla solo como una historia bonita entre dos amigos que se niegan a admitir que se aman. Pero quienes leemos romántica vemos el viaje interior. El paso de la juventud cínica al amor maduro. La construcción de intimidad a través de las palabras. El miedo a perder la amistad como excusa para no arriesgarse a sentir. Y ese final ¡es un epílogo perfecto!
O piensa en Una cuestión de tiempo.
¿Una historia de amor con viajes temporales? Sí, claro. Pero también es una carta de amor a lo cotidiano. A elegir a la misma persona cada día. A los errores que nos hacen humanos y las segundas oportunidades que ojalá existieran fuera del cine. Como novela, sería de esas que relees para sanar. Como película, es un bálsamo emocional.
Y podríamos seguir. Claro que podríamos. Porque las comedias románticas no solo nos entretienen.
Nos reconocen.
Nos permiten ver que hay belleza en lo pequeño. Que las historias de amor importan. Que podemos reírnos incluso cuando estamos rotas, y que enamorarse sigue siendo un acto revolucionario, incluso en estos tiempos locos.
Quizá por eso las vemos una y otra vez.
Como hacemos con nuestras novelas favoritas.
Porque las comedias románticas son las hermanas de nuestras lecturas.
Se sientan a la mesa con Jane Austen, con Christina Lauren, con Julia Quinn y con tu autora autopublicada favorita.
Nos susurran: el amor no es perfecto, pero es posible.
Y eso, romántica, nos vale para dejarnos el corazón bien calentito.
Puedes escuchar el episodio aquí
Con amor y palomitas,
Ivette y Mònica
Románticas Club 2.0